Eduardo Pocai, portfolio fotográfico

Eduardo Pocai

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Historia de Gnomos o Gnomos 2

de Eduardo Pocai, el Jueves, 5 de abril, 2012 Ensayos
Historia de Gnomos o Gnomos 2
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Gnomos 2
Publicado por Eduardoen Aquí escribo lo que siento
Gnomos 2
Publicado por Eduardoen Aquí escribo lo que siento

Está comprobado que aquellas personas que logran desprenderse de preocupaciones vanas, más allá de la importancia de las mismas, las que logran tener al menos media hora de relajación durante el día, se nutren de un estado mental que les permite revitalizar su mente y su físico para poder tener una vida mucho más placentera, más sana. Esto no es nada nuevo, y hoy no es solo una filosofía de vida oriental, muchas personas, alrededor del mundo lo practican con éxitos impredecibles.
¿A que viene este comentario que parecería totalmente descolgado de lo que ahora leerás?
gnomo.
(Del lat. mod. gnomus).
1. m. Ser fantástico, reputado por los cabalistas como espíritu o genio de la Tierra, y que después se ha imaginado en forma de enano que guardaba o trabajaba los veneros de las minas.
2. m. En los cuentos infantiles, geniecillo o enano.
3. m Generalmente se los vincula con los bosques, la fantasía dice que ahí viven.
Resulta ser que en mi caso, como fotógrafo que soy, o al menos es la profesión que amo, la manera en que suelo encontrar esa paz interior y poder relajarme es entrar en el bosque fueguino a tomar fotografías de las bellezas que ahí encuentro, generalmente lo hago en el Parque Nacional. A mi modo de ver es un lugar absolutamente excepcional para desarrollar esos sentimientos a los que hago mención frecuentemente. Sí, claro, es mucho mejor hacerlo en verano, donde se puede pisar hojarasca y ramitas secas, aunque también lo he experimentado en pleno invierno, y que decir del otoño… Bueno, ¿en que quedamos, verano, invierno u otoño? Ya que estamos le agregamos la primavera también, jajaja, sí,
Un día de tantos, después de caminar mucho me tomé un descanso, el bosque estaba hermoso ese día, no había viento y el sol atravesaba las altas copas de las lengas y los ñires brindándome un aroma y una paz infinita. Me senté y recosté sobre un árbol, respiraba pureza, y mis pensamientos revoloteaban sobre historias de amor y sin quererlo llegué a dormirme. Desconozco durante cuanto tiempo dormí.
           Desperté repentinamente, miré a mi alrededor para tomar conciencia donde me encontraba, miré mi equipo de fotografía, todo estaba en su lugar. Me sorprendí por unos ruidos que escuché, alguien estaba muy cerca de mío. Súbitamente, entre sollozos, escuché una vocecita muy delicada que me preguntaba que hacía yo ahí, era una personita muy pequeñita, tendría no más de treinta y cinco centímetros de altura, tal vez cuarenta, pero tenía los ojitos llenos de lágrimas, estaba llorando y muy preocupado. Obviamente mi actitud fue de asombro, y no voy dejar de lado la impresión que me causó, te diré que me asusté. Nunca antes había visto alguien así, supuse que sería un…sí, justamente, un Gnomo. Muy impresionado me detuve a escuchar su historia.
La personita vivía en el bosque, tenía toda su familia allí, sus padres, sus hermanos, en realidad ya era un adulto, aunque joven, nunca supe su edad. Comenzó a contarme que se había enamorado de otra personita como él pero extremadamente bella, la había visto juntando ramitas a orillas de un arroyito para poder construir su casita, ella, como él, había decidido que ya era tiempo de vivir sola, se habían alejado, ambos, de sus familias. Para los gnomos es tradición, que a determinada edad comienzan una vida solos; todo esto era lo que él me contaba; hasta que forman pareja, es la manera en que pueden desarrollarse y sentirse íntegros. Pero, ¿Por qué mi nuevo amigo estaba llorando cuando lo encontré?.
Su pequeña amiga había desaparecido y su desesperación por encontrarla iba tomando una dimensión muy grande. - ¿Sábes lo que pasa?, me dijo aún sollozando. -La vida está hecha de pequeños momentos, pero esos momentos son los que a veces nos impactan de tal manera que se transforman en eternos. Cuando la encontré, juntando ramitas, comencé a ayudarla, nació en mí una inmensa necesidad de hacerlo, sus ojitos me miraban ¡tan agradecida!
- ¿Pero qué es lo que te pasa ahora?
- Ella desapareció, esto que te cuento pasó hace cuatro días y no la he vuelto a ver, este es el sitio donde dejé, junto con ella, las ramitas, pues supuestamente aquí construiría su vivienda. Las ramitas son estas, ¿ves? Pero no ha vuelto, he recorrido gran parte del bosque, levanté montañas de hojarasca, he buscado en todas las viejas raíces, en todo hueco posible, recorrí toda la costa sur del arroyito, pero no encontré ni una señal. Te juro, estoy desesperado, creo haberme enamorado locamente de ella.
Nuestra vida, pequeña y desolada, requiere del amor para subsistir, no te olvides que somos seres muy especiales, somos muy pero muy felices, pero también llegamos a tristezas enormes que nos pueden llevar a la muerte. Este es mi caso hoy.
Lo escuchaba serenamente, me daba la sensación de estar dentro de él, creía que él era yo. Pero le dije, mira, haz vivido mucho tiempo de tu vida, feliz, ¿verdad? – Si, por supuesto, pero hoy estoy muy solo, y así no puedo seguir. – Pues bien, no hay otra posibilidad más que seguir adelante con la mayor esperanza y fe posibles. Lo podrás hacer valorándote y aprovechando toda esa energía que supiste juntar durante tu vida feliz. Las personas que vivieron felices mucho tiempo de su vida, con solo recordar esos momentos, vuelven a tener la felicidad a flor de piel. Y es increíble, pero la felicidad atrae más de lo mismo, solo está en nuestra actitud.
La conversación siguió por horas y más me sentía dentro de su cuerpecito, era como que me iba transformando.
Pasaron las horas hasta que comencé a sentir mucho frío, ese frío intenso del bosque fueguino en horas del atardecer hizo que me despertara. Miré a mí alrededor buscando a mi amigo, ya era tarde y la luz prácticamente había desaparecido, no lo vi más. ¿Había sido solo un sueño?  lo que me sorprendió fue ver a mi lado el montón de ramitas que supuestamente habían recolectado juntos él y ella. Preparé mi trípode y mi cámara, y logré hacer unas tomas del montón de ramitas, a pesar de la poca luz, era lo único que me podía dar una pista de lo que había vivido o había creído vivir. Se me hizo dificultoso el camino de regreso, cada minuto que pasaba disminuía la luz, pero al fin llegué a la ruta donde estaba mi camioneta. No sin antes pegar una mirada hacia atrás y tratar de recordar lo que había vivido, subí y comencé el regreso.
Cuando volví a casa, bajé las imágenes a mi computadora y con una gran tristeza comprobé que las fotos de las ramitas no estaban. Me sentía bien, no estaba loco, todo lo había vivido, era real, en mi mente funcionaba todo bien, al menos era lo que creía.
¿fue solo un sueño?, no, creo que no, creo que fue una pequeña recopilación de mis propios sentimientos. La salida al parque fue real, las demás fotografías estaban todas, solo faltaban las de las ramitas. Volveré al mismo sitio en el bosque, me dije, tal vez tenga la oportunidad, como mi amigo del supuesto sueño, de volver a enamorarme.
     Estudios realizados por investigadores que basaron sus trabajos en corrientes de la física cuántica señalan que las emociones generan fuerzas creativas de energía que afectan la realidad de lo que nos rodea. A mayor pureza y belleza de nuestros pensamientos, liberamos energías más poderosas para modificar, y por cierto mejorar, genuinamente, nuestra realidad. La espiritualidad siempre nos ha enseñado que somos nosotros, y no las circunstancias, las que prevalecen en el armado de nuestra vida. Coincido plenamente con este texto escrito por Ari Paluch en “El Combustible Espiritual”
Les juro que tarde o temprano encontraré a mi amigo el Gnomo, él me enseñará a llegar a lo que busco…..de por sí ya seré feliz estando en el camino…

De Eduardo Pocai…con mucho amor, y sentimientos positivos.
 
 

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