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Una Mujer golpeó a mi Puerta

de Eduardo Pocai, el Martes, 10 de marzo, 2015 Ensayos
Una Mujer golpeó a mi Puerta
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Cuento FANTÁSTICO  
 
Una Mujer golpeó a mi puerta//Otra fantasía de amor.
Un día tomé la decisión, dejé mi pueblo ciudad, el más al sur, donde había pasado la mayor parte de mi vida, y me vine a vivir a una bella pero humilde cabaña, a orillas del lago Upanima, un lago con características muy especiales, sus aguas eran cedidas por varios glaciares que descansaban en las cimas de las montañas que rodeaban el paradisíaco valle, era absolutamente cristalino, no mostraba colores de sedimentos, todo era roca dura, mucho sílice de variados colores, la cristalinidad del agua me hacía soñar con las enormes profundidades, me seducían, me llenaban de una magia tenebrosa, pero a su vez encantada de una belleza única. Creí encontrar mi lugar en el mundo.  Me encantaba navegar por él con mi pequeña canoa, arriesgarme a jugar con sus afluentes, que entraban en él con una fuerza inusual.
 
Ubicado al pie de la cordillera de los Andes. El lago Upanima bañaba las costas de un pequeño pueblito de montaña, con no más de 500 habitantes, llamado Uscullúm. Era el lugar soñado.
 
 
 
Un día, una mujer golpeó a mi puerta, la puerta de mi humilde cabaña, miré por la ventana, y sí, fue como que me motivó la forma de llamar para convencerme que se trataba de una mujer, no estuve seguro de abrirle, se me cruzaron por mi mente momentos ya vividos y me dije. . . ¡Mas no quiero!  Mi sufrimiento ya había excedido lo soportable, pero mi curiosidad pudo más que mi voluntad. Al abrirle me di cuenta de su sencillez, y me deslumbraba con su mirada inteligente y una enorme ternura. Era una mujer vestida con harapos, no se la veía muy alineada, como tal necesitaba un buen baño.
 
 ¿Que haces golpeando a mi puerta? Le pregunté. Imaginaba y recordaba historias no muy antiguas que mucho daño me habían producido.
 
Pero ella me respondió:
 
- Me dijeron que en esta casa vive un caballero muy romántico.
- En esta casa solo vivo yo, sí, romántico sí, aunque de mucho no sirve en esta época, y. . . lo de caballero me suena agradable, tal vez sea así nomás.
 
 Veía en su mirada simpleza y sinceridad, sus ojos brillaban de una manera muy especial, parecían hurgar dentro de mi propia alma. Es extraño en mí que me sienta tan seguro ante una desconocida.
 
 -Perdóneme pero es usted muy bonita a pesar de su apariencia. Me agradaría charlar con usted, no sé qué es lo que me atrae, pero por favor, pase. Ella no se asombró con mis palabras, me dio la sensación que le resultaban familiares.
 
 -Bueno señor, le cuento que ésta, mi apariencia, no es la habitual, he pasado momentos de mi vida que me encerraron en sumisión, me fui dejando caer en un estado de depresión que me llevo a dejar mi profesión, soy profesora e investigadora de historia, y me encantaba mi tarea pero en un instante determinado de mi vida me vi obligada a hacerme cargo del negocio de mi padre, fallecido, y yo, hija única, debí hacer frente a todo, pero llego un momento en que ya no pude más. Ahí comencé a caer en un pozo que no tenía final. Todo eso lo recuerdo bien, lo que no puedo recordar es el lugar al que pertenezco, de donde vengo, quien soy, cual es mi nombre.
 
- Ah! Eso no es poca cosa.- Me sorprendía la seguridad con la que hablaba, llegué a pensar que no era cierto que no recordara a donde pertenecía, de donde venia.
 
-Dime, mujer de los ojos color de miel, tu apariencia sería bueno cambiarla, te prepararé un buen baño caliente y dejaré fuera de la puerta una silla donde te pondré ropa, la dejó abandonada una hermosa mujer que fue mi amor, y un día partió sin motivos y sin decir adiós.- Gracias señor, yo sabía que usted era un caballero, no sé si lo intuí o alguien, en mi camino, me lo había comentado, aún no recuerdo nada de mi pasado. – No me trates de señor, soy simplemente Mauricio. Bueno quédate tranquila, yo saldré un rato de casa mientras tu te bañas, debo comprar algunas víveres en el pueblo  y en un rato vuelvo. Ponte cómoda y si ves que la chimenea merma su fuego no temas en agregarle leña.
Así fue como partí hacia Uscullúm, que estaba frente a mi cabaña, yo me encontraba enfrente del pueblo, del otro lado del lago.
 
Me fui derecho a la comisaría para averiguar si alguien había hecho la denuncia del extravío o desaparición de alguna persona, o bien si existía la solicitud de paradero desde algún pueblo vecino.
Cuando llegué me atendió directamente el comisario, me hizo pasar a su oficina e invitó a que me sentara. Me dijo, - Lo estábamos por convocar, que suerte vino usted. Yo lo miré sorprendido, no entendía porque me hablaba así.
Señor Mauricio, debemos darle una noticia que no es la mejor, y lo lamentamos muchísimo, hemos encontrado el cuerpo de una mujer flotando en el lago,  tenemos todas las sospechas que se trata de la mujer que usted describió y denunció como extraviada.- ¿…? Le juro, comisario, no sé de qué me está hablando.- Perdón, dijo el comisario, ¿usted no es el señor Mauricio Santos? –Sí, le respondí, mientras él me mostraba un papel con mi firma donde figuraba la denuncia de la cual me estaba hablando. Comencé a temblar, era como que en mi mente comenzaban a aparecer imágenes que tenía absolutamente borradas, tuve miedo, mucho miedo, comencé a sentir una angustia muy grande, comencé a sentir un perfume que me era muy conocido, pero solo estaba en mi mente, empecé a ver unos ojos de mujer, color miel, color almendra, que supieron volverme loco de amor. Recordé amaneceres llenos de felicidad, caminatas por el lago en atardeceres  deslumbrantes, por sus brillos, por sus bellísimos colores, por los aromas húmedos y refrescantes y por besos con sabor a suave miel. Mi vida transcurría toda junta en sólo un instante, pero no comprendía nada de lo que en mi mente aparecía. No entendía lo que el comisario me hablaba, me sentía mareado, perdido, confundido.
 
De repente recordé que en mi casa había dejado a una mujer sola que estaba higienizándose y comencé a recordar su rostro. Más aún me preocupé pues comenzó a resultarme familiar, me la imaginaba limpia y sin harapos y veía una imagen que creía conocer.
Salí corriendo de la comisaría en busca de la desconocida. El comisario le dijo a su ayudante,- Déjelo que haga su propio duelo, sin dudas, el cuerpo encontrado es de la mujer que él describió, lamentablemente.
Llegué a mi casa desesperado, había comenzado a recordar, no solo ella estaba perdida y no recordaba su origen, ni yo mismo sabía cómo había llegado y qué hacía en Uscullúm, un pueblito de montaña ubicado a orillas del lago Upanima.  Abrí la puerta con mucha ansiedad y ahí estaba, sentada mirando a través de la ventana, esa tarde el lago estaba con las aguas como espejo y las cumbres nevadas parecían invertidas, hasta me mareaba la escena, era el reflejo impecable sobre las aguas inmóviles del hermoso lago, estaba todo tan quieto y calmo que la imagen era una pintura. La vi de perfil y la reconocí, comencé a recordar, sí, era mi amor, la mujer que un día partió sin decir nada, sin decir adiós ni dar explicaciones. Me fui acercando lentamente hacia ella, su pelo oscuro y ondulado y sus ojos color miel no podían ser otros, me estremecía y mi corazón parecía salirse de lugar. Al llegar a su lado giró su rostro hacia mí y me dijo. -Amor de mi vida, cometí un gran error, pensé que en la vida existían placeres aún mayores que el estar a tu lado, por eso partí, por eso desaparecí, fue enorme lo que me diste, fue maravilloso el amor que me brindaste, fue ¡tan grande! Que imaginé que aún podía conocer más, fue mi egoísmo que me llevó a cometer semejante locura. – Yo, helado escuchando semejantes palabras comencé a desvanecerme,  y caí al piso golpeándome la cabeza. Ella intentó levantarme, pero noté que hacía un esfuerzo muy grande y ni siquiera sentía que me tocara. Sí, era ella, el amor más grande de mi vida, Beeliza. Intentó una y otra vez ayudarme a que levante mi cuerpo del suelo, en un momento sentí que lo lograba, que comenzaba a elevarme, que me ayudaba, mi cabeza y espalda se despegaron del piso, pero repentinamente volví a caer, como que la fuerza que me ayudaba a levantarme desaparecía, la vi elevarse, sentí como gotas que caían sobre mí. Golpeé fuertemente mi cabeza contra el piso de madera y creo que perdí el conocimiento.
 
 
Me reanimó el comisario, logró despertarme, había venido para confirmarme que el cuerpo encontrado flotando en el lago pertenecía a Beeliza Estrella.
Beeliza había sido el amor de mi vida, nunca antes amé a otra mujer como a ella. Esa tarde vino a cumplir con algo que me debía, su saludo final, su adiós con amor, su despedida cariñosa, me entregó toda la miel de sus ojos y toda la sal de sus lágrimas.
 
 Cuando comenzó a elevarme, a levantarme del piso, y luego me dejó caer ¿Le faltaron fuerzas?, ¿o no quiso que aún la acompañe?
 

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