
Con toda mi alma.
La inmaculada luna decora los cielos diáfanos y estrellados de mi bendita ciudad. Cuando las nubes tienen la inmensa bondad de no estar y el viento descansa, el firmamento se vuelve un bellísimo espectáculo. Es hora de explicarte que tu presencia me lleva a esa diafanidad infinita. Estar con vos es poesía, tu mirada me llena el alma. Es ahí donde no extraño la luna, y si el viento y las nubes todo lo quieren arruinar, solo el saber que estoy a tu lado me transforma en un ser feliz. Sos la belleza que Dios trajo a mi alma. El perfume de la vida. La dulzura de la miel. La rosa matutina, que en una mañana tranquila, me besa con solo su presencia. Sos la esperanza hecha realidad.