Si Tuviese La Dicha
de Eduardo Pocai, el Lunes, 27 de agosto, 2012
Ensayos
SI TUVIESE LA DICHA
SI tuviese la dicha de volver a tu lado
Te daría muchos más besos,
Mucho más profundos y dulces que los que te di.
Si tuviese la dicha de volver a tu lado
Te acariciaría con mucha más ternura,
Que paradójicamente no es suave,
Sino fuerte y apasionada,
Y mucho más amor que antes.
Si tuviese la dicha de volver a tu lado
Te besaría en la oscuridad,
Sintiendo tus aromas más íntimos,
Con mucha más profundidad, y mi boca
Ardería de fuego con tus elixires maravillosos.
Si tuviese la dicha, te regalaría los momentos
Más intensos que jamás viviste.
Si tuviese la dicha, tomaría el vino más armonioso
De la creación estando a tu lado, y mezclado
Con tu néctar se convertiría en la bebida
Más rica jamás degustada.
Si tuviese la dicha, me hundiría muchas
Más veces en el mar y nadaría a tu lado
Cual delfín enamorado.
Si tuviese la dicha de volver a tu lado
Te podría demostrar lo que es
El verdadero amor…..
Si tuviese la dicha de volver a tu lado
Te hablaría al oído con la dulzura
Que sé estás necesitando para sentir
Que el mar, el sol, el viento, la primavera,
El camino de amapolas, la frescura del jazmín
en el amanecer, la hermosura de la luna
Cuarto menguante como saliendo del mar
Forman parte de tu ser, y que tu vida
Tiene por delante lo más maravilloso.
Tu bosque deseado, donde hacer el amor
Con el aroma a la humedad de la hojarasca
Que usaremos como colchón.
Esas hojitas son como estrellas que nos elevan
Desde el suelo hasta las manos de Dios,
Ese Dios que desea que el amor exista
De manera eterna entre la princesa
Y el vagabundo de las poesías, esas poesías
Que te llevan la magia contenida en un amor
Ahogado por la simpleza del pan de cada mano,
De la tostada matutina, del sabroso
Dulce de calafate.
Mi vida, sin vos, es como un barco sin mar,
Un jardín sin flores, una ciudad en ruinas,
Una fogata sin calor, una estrella sin luz.
Si tuviese la dicha de volver a tu lado
Mi alma sonreiría, y las amapolas
Florecerían bajo la última nieve de primavera.
Y serían la envidia del mismísimo amor.
Y yo, mi vida, me animaría a volver a ver
Los amaneceres sin temor al llanto eterno.
Eduardo Pocai
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